Una breve introducción...
La
prostitución no es un oficio ni una profesión como alguna gente cree, sino una
forma de explotación y de esclavitud. Además, es considerada un medio de
violencia de género ya que muchas mujeres e incluso niñas que ejercen la
prostitución soportan actos que en otros contextos serían acoso y abuso sexual.
El
problema principal que presenta la prostitución es la gran cantidad de dinero y
beneficios que aporta a los proxenetas, los cuales buscan comercializar con la
sexualidad, en la mayoría de los casos, de mujeres. Es por ello por lo que los
mismos quieren regular la prostitución con el fin de legitimarla, convirtiéndose
en un soporte de control patriarcal y de sujeción sexual de las mujeres. Todo
ello para convertir la prostitución en una economía de mercado, para que se normalice y
sea una “salida” para aquellas mujeres que se encuentren en una situación
precaria.
Las
consecuencias de esto serían devastadoras, ya que se anularía la labor que se
ha realizado durante las últimas décadas para conseguir la igualdad de las
mujeres y acabar con una sociedad donde las mismas estaban sometidas. Si
empezásemos a aceptar la prostitución integrándola en una economía de mercado,
las condiciones sociales se modificarían. La sociedad comenzaría de manera
silenciosa a incitar a las mujeres a ser prostituidas, a someterse y, lo más
importante, las futuras generaciones se criarían en un entorno donde la
igualdad comenzaría a debilitarse.
Además,
para entender un poco más esta cuestión, hay muchos hombres que acuden a la
prostitución como medio para ejercer poder y sumisión en otra persona, hacia la
cuál no muestra ningún respeto convirtiéndose ésta en un objeto de consumo. Hay
que destacar que los problemas de socialización en los hombres son los que
provocan que lleguen a estos extremos.
Para
concluir, resaltar que la prostitución no se da en condiciones de
libertad y que no se vende la actividad, sino el cuerpo. Tampoco hay límites y son muy pocos los casos
que se cuentan con mujeres que hayan puesto restricciones en esta actividad,
debido a que tiene que satisfacer a los proxenetas porque son quienes les
pagan, es decir, son quienes tienen “la sartén por el mango”. Además, el
tráfico de mujeres no puede separarse de la legalización de esta actividad ya
que uno es causado por el otro, es decir, el tráfico es consecuencia de la
oferta y la demanda que se rige en el negocio de la prostitución.
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